Las bursas son sacos llenos de líquido que actúan como amortiguadores, reduciendo la fricción entre los tejidos blandos y los huesos durante el movimiento. Cuando esta bursa se inflama, puede causar dolor y limitar la movilidad de la cadera.
Dolor en la parte lateral de la cadera: El síntoma principal es un dolor agudo en la prominencia de la cadera, que puede irradiarse hacia la parte externa del muslo. Este dolor suele empeorar al acostarse sobre el lado afectado, al levantarse después de estar sentado por un tiempo prolongado, al caminar durante largos periodos, subir escaleras o al estar en cuclillas.
Sensibilidad al tacto: La zona afectada puede ser sensible al presionar sobre el trocánter mayor.
Rigidez y limitación de movimiento: Puede haber una disminución en el rango de movimiento de la cadera debido al dolor y la inflamación.
Lesiones por sobrecarga repetitiva: Actividades como correr, subir escaleras, andar en bicicleta o estar de pie durante largos períodos pueden irritar la bursa.
Traumatismos directos: Una caída o golpe directo en la cadera puede provocar inflamación de la bursa.
Enfermedades de la columna: Problemas como escoliosis o artritis lumbar pueden alterar la mecánica de la cadera y contribuir al desarrollo de bursitis.
Desigualdad en la longitud de las piernas: Tener una pierna más corta que la otra puede afectar la forma de caminar y causar irritación en la bursa.
Artritis reumatoide: Esta condición inflamatoria puede predisponer a la inflamación de la bursa.
Espolones óseos o depósitos de calcio: Estas formaciones pueden irritar la bursa y causar inflamación.
La fisioterapia desempeña un papel crucial en el manejo de la bursitis trocantérea. El tratamiento puede incluir:
Terapia manual: Masajes y movilizaciones para reducir la tensión muscular y mejorar la movilidad articular.
Estiramientos: Ejercicios específicos para mejorar la flexibilidad de los músculos que rodean la cadera, como los glúteos y el tensor de la fascia lata.
Fortalecimiento muscular: Enfocado en los músculos abductores de la cadera para mejorar la estabilidad y reducir la carga sobre la bursa.
Electroterapia: Modalidades como ultrasonido o láser para disminuir la inflamación y el dolor.
Educación postural: Asesoramiento sobre técnicas de movimiento y posturas que minimicen la irritación de la bursa durante las actividades diarias.
La rehabilitación se centra en restaurar la función normal de la cadera y prevenir recurrencias. Esto incluye:
Ejercicios de estiramiento: Para mejorar la flexibilidad de los músculos de la cadera y reducir la tensión sobre la bursa.
Fortalecimiento muscular: Enfocado en los músculos glúteos y abductores para mejorar la estabilidad de la cadera.
Educación postural: Para corregir patrones de movimiento que puedan estar contribuyendo a la irritación de la bursa.
Modificación de actividades: Asesoramiento sobre cómo realizar actividades diarias de manera que se minimice la tensión sobre la cadera.
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