Dolor: Generalmente se localiza en la ingle, pero también puede irradiar hacia el muslo, la nalga o incluso la rodilla. El dolor suele empeorar con la actividad y mejorar con el reposo.
Rigidez: Especialmente notable por las mañanas o después de periodos de inactividad, dificultando movimientos como agacharse o levantarse de una silla.
Limitación de la movilidad: Reducción en el rango de movimiento de la cadera, dificultando actividades cotidianas como caminar, subir escaleras o ponerse los zapatos.
Crepitación: Sensación de chasquidos o crujidos al mover la cadera debido al roce entre los huesos.
Edad avanzada: El riesgo aumenta con la edad debido al desgaste natural de la articulación.
Genética: Antecedentes familiares de osteoartritis pueden predisponer a su desarrollo.
Lesiones previas: Fracturas, luxaciones u otras lesiones en la cadera pueden aumentar el riesgo de desarrollar osteoartritis.
Obesidad: El exceso de peso incrementa la carga sobre la articulación de la cadera, acelerando el desgaste del cartílago.
Anomalías estructurales: Problemas congénitos o de desarrollo en la formación de la cadera pueden predisponer a la osteoartritis.
El diagnóstico de la osteoartritis de cadera se basa en:
Historia clínica: Recopilación de información sobre los síntomas, su duración y factores que los agravan o alivian.
Examen físico: Evaluación de la movilidad, fuerza y sensibilidad de la cadera, así como la observación de la marcha y la postura.
Pruebas de imagen: Radiografías para visualizar el espacio articular, la presencia de osteofitos (espolones óseos) y otros cambios característicos de la osteoartritis. En algunos casos, se pueden utilizar resonancias magnéticas para una evaluación más detallada.
El abordaje terapéutico de la osteoartritis de cadera incluye:
• Terapia manual: Aplicación de masajes y movilizaciones articulares para reducir la tensión muscular y mejorar la movilidad de la cadera.
• Estiramientos específicos: Realización de ejercicios de estiramiento dirigidos a los músculos glúteos y el tensor de la fascia lata para aliviar la tensión sobre la bursa.
• Fortalecimiento muscular: Ejercicios enfocados en fortalecer los músculos abductores de la cadera, como el glúteo medio, para mejorar la estabilidad y reducir la carga sobre la bursa.
• Electroterapia y ultrasonido: Utilización de modalidades como la electroterapia y el ultrasonido para disminuir la inflamación y el dolor en la zona afectada.
• Ondas de choque: Aplicación de ondas de choque para promover la regeneración tisular y reducir el dolor en casos crónicos o persistentes.
• Reeducación postural y de la marcha: Asesoramiento para corregir patrones de movimiento y posturas que puedan estar contribuyendo a la irritación de la bursa, así como para mejorar la biomecánica de la marcha.
• Ejercicios de propiocepción: Actividades diseñadas para mejorar la conciencia corporal y el equilibrio, contribuyendo a una mejor estabilidad de la cadera.
La rehabilitación es esencial para recuperar la funcionalidad de la cadera y mejorar la calidad de vida. Incluye:
Ejercicios de movilidad: Para mantener o mejorar el rango de movimiento de la cadera.
Fortalecimiento muscular: Enfoque en los músculos que rodean la cadera, como los glúteos y los músculos del muslo, para proporcionar estabilidad y soporte a la articulación.
Entrenamiento de la marcha: Para mejorar el patrón de caminata y reducir la cojera.
Educación postural: Para enseñar técnicas de movimiento que minimicen el estrés en la cadera durante las actividades diarias.
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